Hoy el opreso no se hace opresor al liberarse,
hoy trasciende lo inmanente y cierra sus ojos para crear en el vacío una nueva
realidad; el escriba empuña su espada y trata de cortar los hilos que sus
manos, sus pies, su voluntad y su pensamiento han movido desde el primer “tic tac” percibido por sus oídos -
Ese mantra de la realidad, esa absurda melodía que mantiene bailando en un
estilo autómata al hombre ciego, a la marioneta que marioneta se ha quedado- y
las flechas de su versar apuntan al infinito, como queriendo bajar de este
estrellas y seres que se divierten moviendo los hilos del destino, enredándolos
absurdamente para mantener amarrado al ser a tanto, haciéndole tan poco; el
grito de su poesía es un llamado, una explosión que conmociona a los sordos, y
a los mudos enseña a hablar, pero no por hablar, sino a contender, a romper el
silencio que simboliza el barullo ensordecedor de la cotidianidad; hoy la
marioneta, por el poder de sus pensamientos y sus palabras, decide no ser ni
marioneta ni marionetista, y declara un combate sin fin al Ejercito gris de la
realidad, hoy el escriba se hace escritor.
Steven Cárdenas. (Poeta sin nombre)
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